Deberíamos hablar de lo pobre que fue el Superclásico 193 del fútbol chileno, pero lamentablemente los titulares lo encabezan un cortapluma, pirotecnia, destrozos, peleas, desmentidos, y un largo etcétera. Un triste espectáculo.
Se suponía que igual sería una fiesta, fuese el resultado que fuese, con bombos y globos, cánticos, aplausos, bandas musicales, y mucho más, para lo que depara uno de los partidos más importantes del torneo y la historia en general. Pero lo sucedido este fin de semana, y también días previos, detonó en una calamidad que ya se había visto antes, pero que nunca tomo los ribetes que presenciamos en esta ocasión. Como la logística y accesos, como una encargada de seguridad, como un plan gubernamental, como nuestra sociedad y más. En síntesis, como todos los elementos antes mencionados fallaron, como las herramientas para asegurarnos de tener un buen partido de fútbol fracasaron, y nos dieron, tristemente, un espectáculo tercermundista, con un país cada vez más enfermo que sólo busca matar a alguien por llevarte la contraria (no sólo de camisetas) sino también, el linchar por linchar.
Del encuentro, no mucho que decir: Algo aburrido, opaco, pocas llegadas, aunque decir que Colo Colo estuvo más cerca de lograr la victoria, sobre todo en los minutos finales, mientras la U aguardaba para que no le convirtieran. Se va con un empate “amargo”, pero los hinchas fragmentados en aquellos que deseaban ganar, y era la chance, y otros que valoran el punto conseguido. A fin de cuentas, un partido mediocre, de clásico poco, pero harto vandalismo.
¿Qué pasó afuera? De todo, y todo no comenzó ese mismo día a las dos de la tarde, sino que inició el viernes, con el tradicional arengazo albo, puesto que un video subido a la red social de Twitter mostró a un hincha colocolino ensangrentado, aturdido en el suelo, casi sin respirar, producto de un pleito con otro hincha de la misma barra. Ya la cosa se veía fea.
¿Sigamos? Día sábado, se anuncia que los hinchas de la U deberán ingresar desde las dos hasta las tres de la tarde (una hora de ingreso) para esperar el partido, sofocados por los más de treinta grados de calor en el sitio, sumados al cemento y nula sombra que el recinto de Macul tuvo para ellos. Adicionalmente, se dice que se brindarán garantías en su llegada.
Continuemos: Día domingo, y en efecto, el fanático azul se tuvo que bancar casi diez horas desde su llegada al estadio hasta salir en la noche, sin sombra, casi sin agua (los baños en deplorables condiciones). Llega el cuadro laico y, ohh sorpresa, camarín sucio, con restos de comida. Ya, una primera piedra al borde el sitio de calentamiento. Llega un hincha azul con su pareja y son sacados de forma reacia, incluso con algunos pequeños toques a la fan alba, agredida por sus pares. Una mujer en silla de ruedas, de la U, no puede ingresar. Un hincha azul es perseguido, gracias a Dios, sin sufrir daños. Previo al inicio del cotejo, peleas en Américo Vespucio y Departamental. Los hinchas azules, obvio, tampoco fueron santos, y rompieron parlantes, quebraron butacas (en realidad, tablones añejos), y rompieron unos cables que daban corriente a ciertos sectores de cabinas radiales. Pero faltaba lo más grave.
En los instantes finales del encuentro, ocurrieron dos hechos gravísimos, y aunque algunos le intenten bajar el perfil, son derechamente faltas graves a la seguridad del espectáculo. En primer lugar, un cortapluma fue arrojado desde el sector Cordillera. El proyectil, que primer impacto en un paramédico de la U, luego fue recogido por Leandro Fernández, que ingenuo, no podía creer lo arrojado desde la tribuna ¿Cómo paso los controles el elemento cortopunzante? La verdad, es que pudo ser peor si luego vemos una pelea mortal afuera. Y posteriormente, otro hecho terrorífico: Parte de la hinchada alba lanzó fuegos de artificio hacia los hinchas de la U, cayendo como verdadera lluvia pirotécnica ante los fanáticos, sin protección o algo para poder cubrirse ¿Te imaginas se incendia el estadio, y ellos adentro? Las situaciones fueron registradas, y grabadas desde varios ángulos, pero hasta ahora, no hay algún comunicado sobre lo sucedido, ni sanciones, y para que decir de los culpables. Lo peor de esto, es que quienes estaban encargados de gestionar la logística, y velar por el plan estadio seguro, en estricto rigor, fracasaron en su cometido, no cumplieron lo estipulado.
En resumen, un duelo pobre marcado por un bochorno monumental, un territorio delictual, donde el más fuerte sobrevive, o incluso se matan entre ellos mismos. La U también puede caer en esto, pero es imperante que nuestro presidente Michael Clark, y Cecilia Pérez, que además fue agredida (desmentido por la dirigencia alba) aclaren bien los puntos, y protejan a los hinchas, pero también se hagan responsables de que si esto lo general el fanático azul, tengamos consecuencias por nuestro actuar. Y la pregunta del millón ¿Habrá sanción para el recinto popular? La verdad es que posiblemente no, pero ya veremos que decisiones se tomarán en los sillones de Quilín y del tribunal. Lo cierto es que el domingo perdió el futbol.
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